Ya lo superarás”,
“Búscale el lado bueno”,
“Pudo haber sido peor”
Sí, suena bonito. Pero hoy pareciera que está en auge la idea de que ser positivo es en realidad algo… ¡negativo!
Muchas publicaciones y estudios se han hecho sobre la llamada “positividad tóxica” y han tachado (e incluso la mala práctica actual de “cancelar”) a personas que de alguna forma tratan de sembrar una forma distinta de ver la vida.
No sé por qué pero el ser humano tiene esa enfermiza tendencia de siempre moverse hacia los extremos. Queremos una vida en la que todo sea blanco o negro, o en la que todo está bien o mal, cuando olvidamos que la riqueza está en la variedad de tonos que tiene la vida…incluidos los grises. Y para mi aquí es donde está el error de fundamento al tachar de bueno o malo el querer ver la vida de una manera positiva, simple y sencillamente porque ser positivo no es la solución, es el punto de partida.
Pero vayamos por partes.
Según algunas revistas y publicaciones de psicología que he podido encontrar en el internet, definen la positividad como “tóxica” cuando se busca que la persona tenga una mentalidad positiva y experimente solo emociones positivas en todo momento en la vida. Y esto, en su esencia, es un extremo… y de ahí lo tóxico desde mi forma de entenderlo.
Imagínate que estás súper triste porque se murió tu perro, o porque te acaban de decir que has sido despedido. Claro que si me topo a alguien que me diga “no te preocupes, solo ten pensamiento positivos y verás que todo se compondrá”, me nacerá una enorme sensación de soltarle un puñetazo y verbalizarse algunos recordatorios familiares. Eso en sí mismo es una intervención totalmente inútil y el ser positivo sirve para absolutamente nada.
Vayamos ahora un poco más atrás. La idea de tener pensamientos “positivos” induce a entender que también hay algo negativo y entonces eso negativo tenemos que sobrellevarlo, sobrevivirlo o superarlo… y en cualquiera de las 3 ya perdimos. Para mi esa es la conceptualización tóxica del positivismo porque parte de una idea limitada sobre cómo experimentamos la vida.
Me gustaría comenzar por ponerte en la mesa la idea de que en la vida las cosas no son ni buenas ni malas. Solo son cosas que pasan y ya. Y esto, por favor, no significa ser tóxico y minimizar, por ejemplo, las cosas dolorosas que pasan en la vida, como perder un familiar, un trabajo, una relación, tu casa o algo de ese calibre. Esas, como dije, son cosas que pasan y son la naturaleza misma de ser humano. Duelen. Son realmente dolorosas. Pero aquí el sufrimiento, las historias que nos contamos al respecto y las etiquetas de “malo” que le colgamos a esas experiencias son las que nos hacen sufrir la propia experiencia. Aplicar aquí esas frases positivas que mencionaba líneas arriba, lejos de ayudar, nos meten aún más en esa forma de procesar la experiencia.
Ser positivo, desde mi perspectiva, va más allá de decirte, repetirte y escribir en cuanto espejo veas frases bonitas típicas de calendarios o agendas. Ser positivo es entender que aún y en lo que pasa, especialmente en las situaciones que definitivamente no disfrutas, siempre tienes la ultima opción de decidir cómo quieres reaccionar ante lo que sucede. Y aquí, ser positivo, es un paso fundamental en redefinir la actitud con la que enfrentamos la cosas.
Por eso repito: ser positivo no es la solución, es el punto de partida
El ser positivo está relacionado con la tendencia natural que tenemos para ver las cosas de una manera constructiva o quizá, al menos, con el beneficio de la duda de que “para algo” servirá la experiencia que se está viviendo (aunque he de decir que habemos otros que nacemos “alambrados” para ver el vaso medio vacío y esa es genética pura, pero igual no nos determina)
Y es que honestamente, en esa manía de irnos a los extremos, queremos una vida libre de problemas, de retos, de “sombras” que nos permitan contrastar dónde estamos, a dónde queremos ir y que queremos experimentar. La toxicidad no está en ser positivo, sino en pensar que todo debe ser positivo.
Ser positivo no es ser tóxico. Al contrario, una mentalidad en la que le “das a la vida” la oportunidad de que te sorprenda (aún y con ese cachetadón que te acaba de soltar), es definir de entrada la actitud con la que vas a partir una vez que la experiencia se te materializa frente a ti.
Minimizar o “cancelar” las emociones que catalogamos como “negativas” y no permitirnos experimentarlas (sin apegarnos a ellas) es lo verdaderamente tóxico. Pero quedarse estacionado en esa emoción “negativa” es igual de tóxico. La vida pasa y en muy pocas ocasiones podrás tener el control de lo que sucede por lo que, además de buscar ideas, palabras o frases que te ayuden a poner en perspectiva, hay una forma de poder llevar más allá el positivismo preguntándote “¿qué puedo hacer con esto? ¿cómo decido vivirlo? ¿qué hago ahora en donde estoy, con lo que tengo?
Y ahí es donde la aventura comienza porque cuando en lugar de solo hablarte bonito, de juzgarte por sentirte mal o de permitir que alguien más te “dore la píldora”, te preguntas qué puedes hacer justo ahí en donde estas para crecer junto con la experiencia, es donde comienza el verdadero viaje.Si
Pax 🤟🏽
*Photo by Ahmed Zayan on Unsplash