Cuando todo tiene que caerse

Ayer fue una tarde con neblina y lluvia. Habíamos comido a deshoras así que no teníamos que preocuparnos por preparar la cena a la hora en la que normalmente lo hacemos.

Justificación perfecta para ver una película y mi esposa ya tenía en mente una previamente seleccionada: “The Holdovers” o, como se tradujo al español, “Los que se quedan”.

La historia trata acerca de un profesor un tanto amargado, aunque quizá la palabra que mejor lo describiría sería frustrado, por llevar una vida sin sabor, donde todo pareciera ser lo mismo día tras día y sin “algo” claro que perseguir. Vivir la vida, en pocas palabras, porque pues hoy tocó respirar y traer pulso.

El profesor, quien es académico en una preparatoria en una escuela privada de Nueva Inglaterra de principios de los 70’s, debe quedarse a cuidar a un joven alumno quien, por “azares” del destino, no puede irse con su familia en las vacaciones de navidad.

La intransigencia del profesor se combina con la rebeldía, el constante reto y hasta las groserías del joven que pareciera ser la combinación perfecta para unas semanas de terror.

Junto con ellos, una madre madura quien es responsable de la cocina y de alimentarlos y quien recientemente había perdido a su único hijo, son prácticamente las únicas personas que se quedan en la escuela en esos días de tardes nevadas.

Y no, hasta aquí no te he “spoileado” nada, así que busca un espacio para verla.

Esta historia me llevó a pensar en lo que todos, algunos antes y otros más tarde, pasamos a lo largo de nuestra vida y que muchas veces lleva a replantearnos nuestra propia existencia.

Cuando uno se mete en este berenjenal de la evolución personal, lo más común es que tu vida, tal como la conoces (y especialmente quién consideras que tú eres dentro de ella), se derrumba.

Algunos filósofos y escritores las han llamado “las noches oscuras del alma”, en las que sientes que has abierto la caja de pandora y todos los demonios se sueltan.

Justo eso les pasa a estos tres personajes. Cada uno, desde su trinchera, tiene cosas que resolver e integrar en sus propias vidas y que, mientras no lo hagan, esa vida que ya no les hace mucho sentido, que no les permite disfrutar la existencia, no cambiará.

Tú, como ellos, te enfrentarás ante la encrucijada de seguir igual aunque parte de tu ser, de tu alma, sepa que ya no puedes seguir sosteniendo ese avatar que eres, o de aventurarte en el proceso de evolucionar sabiendo que muy probablemente tu vida, como la conoces, quizá se derrumbará ante tus ojos.

Esa circunstancia será el punto de inflexión más importante que tendrá una persona en su vida y la decisión que tome en ese momento, de seguir siendo quien es o reinventarse, afectará todo el tiempo por delante que le quede en este planeta.

Es como el ave fénix de la mitología griega, al cual muere en un espectáculo de fuego para convertirte en cenizas de las cuales renace de nuevo.

Es un viaje duro y que en momentos parecerá eterno. Es un proceso en el cual dejarás de ser tú no porque te conviertas en cenizas como el ave fénix, sino porque al cuestionar y tirar por la borda los paradigmas con los que has vivido toda tu vida y a través de los cuales percibes y experimentas cada situación de tu vida, se desintegran frente a ti.

Y eso al ego no le gusta. La incertidumbre de “quién soy” no es algo que le sea fácil manejar. Esas crisis te harán pensar que estabas mejor antes, siendo quien eras, a pesar de todo eso que no te hacía ya más sentido. Querrás regresar, pero ya no será posible. Habrás tomado, quizá sin quererlo ni darte cuenta, esa píldora roja de la cual no hay vuelta atrás.

Sin embargo, la vida es muy sabia y ésta te pondrá los medios y las personas que necesites para que avances en tu viaje. Está continuamente esperando a que busques evolucionar tu existencia y cuando tú estas listo, ella también lo estará. Tu darás un paso y la vida dará 10,000 por ti.

En esta película cada uno de los personajes pasa por su propia noche oscura de su alma que les hace replantearse la pregunta filosófica más antigua y compleja de la existencia humana: ¿qué hago aquí, a dónde voy?

Los tres logran encontrar la luz al final del túnel, y en ese proceso cada uno de ellos se convierte para los demás en un elemento que la vida les pone enfrente para que sigan avanzando a pesar de todo el dolor que tienen que vivir, a pesar de ver que todo lo que conocen como “su vida” se desmorone frente a sus ojos.

Dejarán de ser lo que creían que eran para darle entrada a ese nuevo y desconocido sentido de vida.

Habrán descubierto su Maestría Personal.

El ave fénix renace de sus cenizas para volver a ser un ave fénix. No se transforma en otra cosa, ni en un ser de luz. Sigue siendo un ave fénix. El mundo en el que vive no ha cambiado pero, en ese renacimiento, ha cambiado ella y por lo tanto la forma en como percibe su existencia.

Un discípulo le preguntaba a su anciano maestro, “maestro, ¿qué hacías antes de iluminarte?”. El maestro, sin pensarlo mucho, le respondió, “cortaba leña y acarreaba agua”.

El joven aprendiz, después de reflexionar sobre la respuesta de su maestro, volvió a preguntarle “y una vez que logró la iluminación maestro, ¿qué hizo?”

“Cortar leña y acarrear agua”.

La vida no cambia. Eres tú el que lo hace.

Y sin embargo, al hacerlo, cambia todo.

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