Deja de ser una víctima

“El accountability es la escala con la que se mide la altura de un líder” -Jeffrey Benjamin

Si me has seguido por algún tiempo en esta red social o estás suscrito al blog, te habrás dado cuenta de que un tema frecuente en mi cuerpo de trabajo es el accountability, o la “rendición de cuentas con esteroides”, como le llamo yo, y de cómo esta característica puede ser un gran diferenciador que marque tu vida personal y profesional.

Y justo quiero compartirte una breve historia…

-“¿De qué sirvió el tiempo fuera que pedí para organizar el saque si ustedes dos no se ubicaron donde les correspondía?”, les decía el entrenador en un tono respetuoso, pero firme, que hasta a mi me tomó por sorpresa.

-”Perdimos el balón, les dejamos encestar y perdimos el partido”.

El juego había terminado y yo estaba tratando de ponerme al tanto de todo lo que había pasado pues solo alcancé a ver el último cuarto.

Mi hija con la cara encendida, acalorada, jadeando aire y visiblemente cansada me decía con la mirada lo demandante que había estado el juego, más aún porque no tuvieron a nadie más para hacer cambios.

Y entre los balones botando y los niños del otro equipo festejando su victoria, no alcanzaba a escuchar lo que el entrenador les decía a las criaturas, de quienes no podía saberse si estaban más frustrados que cansados.

A la par que mi hija se quitaba los tenis mientras se preparaba para retirarnos, el entrenador nos llamó a todos, incluidos los padres de familia, a que nos reuniéramos con los niños pues tenía algo que quería compartirnos.

-“¿Qué jugada teníamos que hacer?”, increpó el entrenador a uno de los niños.

Cabe decir que iban ganando por un punto y faltaban escasos 12 segundos para que terminara el partido. Había que sacar y matar el tiempo.

-”¿Qué jugada era?”, insistió. A regañadientes, y más que nada incitado por su papá, la criatura masculló algo tan bajo que dudo que él mismo se haya escuchado.

-“¿Qué?”, volvió a cuestionar el entrenador. -“Cuadro. Cuadro. Era la salida en cuadro”, respondió cuando finalmente vio que no iba a poder zafarse.

-“¿Y luego?”… siguió cuestionándolo… -”Pues no estaba en mi lugar”, dijo mientras dejaba caer los hombros.

Ya no fue necesario seguir con el interrogatorio.

-”Eso es justo lo que pasa cuando no son disciplinados. Arrancaron el juego desangelados y la mayor parte del mismo estuvieron jugueteando ustedes dos”… dirigiendo la mirada al par de niños que ahora estaban en medio del ojo del huracán.

Justo el entrenador terminaba de pronunciar esa última frase cuando uno de los niños comenzó a responder, entre dientes, algo que supongo era en su defensa.

-”Eso es lo que ha pasado todo el juego y durante los últimos meses. Tu sabías cuál era tu responsabilidad en las jugadas y, por estar jugueteando, sin tomar las cosas en serio, el juego no ha salido como lo diseñamos. No hiciste bien tu trabajo y, por lo tanto, tampoco honraste el trabajo de tus compañeros.

No me importa tanto si ganamos o perdemos el juego porque eso es parte del deporte y hay muchas cosas que no podemos controlar… pero ¿ustedes? Y peor aún, ¿no aceptar sus errores? ¿No asumir su responsabilidad?”.

Ni cómo defenderse de ese argumento sin seguir bajando por los espirales de la vida de una víctima.

Sin duda, la criatura tenía la cara desencajada y algo de eso también alcancé a percibir en los padres de ambos.

¿Por qué? Bueno, justo ahí me cayó un veinte: el accountability es algo que se trae de la cuna, que desde casa se forma junto con el carácter del niño mientras va moldeando su personalidad.

Los puntos del entrenador eran muy acertados y más aún por el símil con el que me topo continuamente en entrenamientos ejecutivos que imparto así como a quienes apoyo de manera personal a través de mentorías.

El accountability hoy se ve como algo ajeno y lejano, más con tanto hincapié que hay en la salud emocional y la responsabilidad de los líderes de evitar que los ambientes de trabajo se conviertan en selvas tóxicas.

Y sí… pero no.

Si bien es cierto, y además estoy a favor de profesionalizar y humanizar los ambientes laborales, la realidad es que la tónica hoy muchas veces es mal utilizada para desentendernos de nuestras responsabilidades, de lo que se supone debemos ser “accountables”.

Y aunque no se trata de generalizar, muchas veces estas orientaciones actuales parecieran poner en el radar de la culpabilidad exclusivamente al jefe, a la empresa y a su ambiente. Y a pesar de que eso genuinamente puede ser cierto, siempre queda la pregunta: “¿qué tengo yo que ver en todo esto?”

Cuando estoy frente un grupo de líderes y comienzo a cuestionarles sus procesos de toma de decisiones, de delegación de responsabilidades, de gestión de conflictos e incluso de retroalimentación a su gente, la salida de emergencia siempre es muy parecida: la culpa la tiene el otro.

Quizá.

Pero nunca estará de más sacar un espejo, verse en el reflejo y preguntarse qué de todo esto tiene que ver con uno.

Esa charla del entrenador me dejó pensando por un buen rato. Y hoy, con algo de inspiración, quisiera compartirte lo siguiente:

1. El accountability es una característica inherente al individuo y es una elección.

No tiene nada que ver tu jefe, la empresa o las circunstancias. Tú sabes cuál es tu responsabilidad y de nadie, más que de ti mismo, depende que hagas con ella.

Es como la frase famosa que dice que lo que está bien, está bien aunque nadie lo haga; y lo que está mal, está mal aunque todo mundo lo haga.

2. Jugar el papel de víctima es una decisión.

-”¿Tu crees que te digo lo que te digo porque me caes mal o porque quiero hacerte pasar un mal rato? Si no cambias tu forma de reaccionar y no te haces responsable, no pasarás del nivel en el que estás hoy… y eso depende de ti. Si no me dejas ayudarte, yo no puedo hacer mucho.”

Ser víctima es lo más sencillo y práctico. Culpar al otro o a las circunstancias sobre lo que nos pasa o sentimos descarga toda la responsabilidad que tenemos por nuestras propias decisiones y acciones.

Y aunque esto jamás podrá ser una generalización, sí es siempre una invitación a la reflexión… ¿recuerdas el espejo?

3. Siempre está la posibilidad de rectificar.

-”Si tu no cambias esa actitud, tu nivel de juego y tu nivel de responsabilidad no van a mejorar. Si piensas que todo se trata de ti y no ves lo que tu estás ocasionando, no habrá forma de que tu nivel pueda mejorar”

Me quedó claro, una vez más, la filosofía de trabajo del club al que asiste mi hija: “aquí no producimos campeones ni medallistas. Aquí formamos personas y usamos el basketball como herramienta para hacerlos mejores seres humanos.

Y también me quedó claro que el accountability no es una habilidad de liderazgo, gerencial ni directiva. Es un elemento de carácter y de la personalidad de cada individuo que en todo momento decide ser víctima o convertirse en el maestro de su vida.

-”¿Y qué hago si buena parte de mi vida he sido así?”, me preguntó en una ocasión un cliente una vez que ya no pudo defender más su posición de víctima.

“Justo eso”, respondí, “tomar consciencia y decidir quién quieres ser a partir de ahora”.

El haber perdido el juego por una canasta seguro será algo que olvidarán en un par de semanas…

… sin embargo, espero que la lección aprendida perdure para su eternidad.

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