Jamás te retires

¿Qué harás el día que te retires? Honestamente, ¿te has preguntado eso alguna vez? Si andas alrededor del cuarto piso, como mi caso, probablemente la idea haya cruzado por tu cabeza en algún  momento. O bien, quizá la pregunta que sí te has hecho es: ¿me quedaré aquí hasta que me retire? ¿Será este mi último trabajo?

Los cuarentones estamos entre dos grandes paradigmas generacionales: por un lado tenemos a nuestros padres quienes muy probablemente tuvieron un solo trabajo en toda su vida. Se tatuaron la camiseta de quizá la única compañía para la cual trabajaron toda su vida y ésta, de alguna forma u otra, también vio por ellos. La receta era fácil: trabaja duro, sigue las reglas y al final de la vida laboral tendrás un retiro decente con el que podrás disfrutar de tu vejez. Esa era la única apuesta que conocían.

Pero por otro lado están aquellos que vienen empujándonos a nosotros y ahora son veinte o treintañeros. Ellos, a diferencia de dos generaciones atrás, no se ven en trabajando para una sola compañía y la idea de “tatuarse la camiseta” ni siquiera lo comprenden. Y ni que decir de la jubilación, concepto que existe solamente si tú mismo ves por ti.

Nosotros estamos justo en el medio. Algunos de mis amigos y conocidos han estado por larguísimas temporadas en el mismo trabajo, quizá más de 10 0 15 años, mientras otros duramos apenas pocos años en cada uno de ellos antes de saltar a otro empleo. En nuestra generación ese paradigma de nuestros padres comenzó a cambiar.

Lo triste de todo esto, independientemente de si has pasado toda tu vida en el mismo lugar trabajando para la misma compañía, o bien, has cambiado de empresa (y quizá hasta de profesión) en varias ocasiones, es que el común denominador es que todos añoramos de alguna manera el retiro. Éste significa, creo, la posibilidad de olvidarse por siempre de las “broncas del trabajo”, de las frustraciones, de los sinsabores y del “ni que remedio, hay que comer y pagar las cuentas”. Tener por fin tiempo para hacer lo que te gusta, dedicárselo a la familia (si es que todavía se tiene), “arreglar” los problemas de salud en los que caímos por no haber sabido manejar el estrés de la etapa laboral. Viajar, conocer, hacer, deshacer… vivir por fin. Y con un poco de suerte ahora sí ser felices.

Y es triste porque si estamos esperando a tener 60 o 65 años para retirarnos (y eso si al gobierno no se le ocurre otra cosa) para finalmente vivir, entonces ¿de qué se trató el camino? Llegan (porque a mi todavía me faltan algunos años para comprobar mi teoría) agotados, desgastados, enfermos y, lamentablemente, quizá hasta solos y desilusionados, con una esperanza de vivir pero, irónicamente, sin ganas para ello. El premio que creían estaría en la meta no fue más que una falacia a la que apostaron la mitad de su vida.

Yo soy un fiel creyente de que a esta vida vinimos a disfrutar, a crecer y a expandir nuestra propia existencia. Y como toda teoría cuya comprobación es a muy largo plazo, tendré que esperar (y apostar) para validarla, pero algo dentro me dice que no ando tan errado.

Vive hoy. Disfruta hoy. Has lo que te apasiona hoy (y eso puede implicar trabajar para alguien más). Y con eso JAMÁS tendrás que retirarte, porque tu vida será una pasión y harás lo que más disfrutas mientras expandes tu existencia. No te cansas, no te desgastas, no dejas de soñar, de crear, de construir…. y así lograrás retirarte el día que dejes esta existencia.

El discurso más corto… por Bryan Dyson, quién lo pronunció al dejar su cargo de Presidente de Coca Cola.

Imagina la vida como un juego en el que estás malabareando cinco pelotas en el aire. Estas son: tu trabajo, tu familia, tu salud, tus amigos y tu vida espiritual, y tú las mantienes todas éstas en el aire.

Pronto te darás cuenta que el trabajo es como una pelota de goma si la dejas caer, rebotará y regresará. Pero las otras cuatro pelotas: Familia, Salud, Amigos y Vida Espiritual son frágiles, como de cristal. Si dejas caer una de estas, irrevocablemente saldrá astillada, marcada, mellada, dañada e incluso rota. Nunca volverá a ser lo mismo.

Debes entender esto: apreciar y esforzarte por conseguir y cuidar lo más valioso. Trabaja eficientemente en el horario regular de oficina y deja el trabajo a tiempo. Dale el tiempo requerido a tu familia y a tus amigos. Haz ejercicio, come y descansa adecuadamente y sobre todo… crece en vida interior en lo espiritual, que es lo más trascendental, porque es eterno. Shakespeare decía: Siempre me siento feliz, ¿Sabes por qué? Porque no espero nada de nadie, esperar siempre duele. Los problemas no son eternos, siempre tienen solución. Lo único que no se resuelve es la muerte. La vida es corta, ¡Por eso, ámala!

Vive intensamente y recuerda: Antes de hablar… ¡Escucha! Antes de escribir… ¡Piensa! Antes de criticar ¡Examínate! Antes de herir… ¡Siente! Antes de orar… ¡Perdona! Antes de gastar… ¡Gana! Antes de rendirte… ¡Intenta!

Antes de morir… ¡Vive!

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