¿Realmente aplicas todo lo que aprendes y lees?

¿Cuántos cursos de desarrollo personal has tomado? ¿Cuántos libros has leído?… y la pregunta más interesante: ¿Cuánto de eso has aplicado realmente? ¿Has sido disciplinado? ¿Estás satisfecho con el avance que has tenido?

Si sí, entonces seguramente deberás estar cosechando el fruto de la dedicación… pero si no es así, quizá te esté pasando lo que a todos nos ha pasado o sigue pasando en alguna medida.

Y te lo diré como me lo dijo una de mis maestras: el saber no sana.

Sí, tal cual.. así me la soltó en una plática.

“Por más que estudies, leas, tomes cursos, diplomados, así vayas con quien quieras, el saber no sana. Si no aplicas e integras lo aprendido en tu vida, jamás podrás ver ls resultados”.

Y eso nadie lo puede hacer por ti.

Así fue como, más por necesidad que por gusto, tuve que tomar la decisión de comenzar a aplicarlo.

¿Fácil? No, vaya que no!

El ego, la zona de confort (o de muerte porque si no te mueves de verdad que mueres) siempre diciéndote al oído “para qué le mueves, eso ni jala, llevas semanas haciéndolo y qué ha cambiado de tu vida? Sigue siendo el mismo circo de 3 pistas”. Vaya porras que yo mismo, inconscientemente me echaba

Ahora que me dedico a trabajar con personas que buscan trascender su estado actual y que están dispuestas a hacer la parte que les toca, veo comúnmente en ellos toda la actitud, super metidos en los temas, investigando, leyendo, yendo más allá…

Pero cuando se trata de ponerlo en práctica, cuando les pregunto si aplicaron lo que vimos y discutimos, se hace el silencio.

Cuando yo me di cuenta de que esto era lo que justamente estaba pasando conmigo, me enojaba muchísimo.

Era muy duro conmigo mismo.

¿Cómo era posible saber y conocer la posible respuesta, el posible camino…. es más, siquiera tratarlo y probarlo para confirmarlo o desecharlo?.. ¡pero ni eso!

Simplemente el status quo me jalaba… hasta que esa bendita plática y jalón de orejas sucedió.

Fue entonces cuando comencé a tomar conciencia y a darme cuenta que el cambio comenzaba con una pequeña decisión.

Y así fue.

Comencé tomando pequeñas decisiones, tratando de hacer las cosas de una forma distinta y de tratar de ampliar mi panorama y ver todo desde una perspectiva diferente, honrando mi propio proceso.

Así que si te encuentras en esta fase de tu vida (porque yo creo que todos pasamos por ahí) , si te has descubierto en esta “modalidad”, tente paciencia y amate más que nunca.

Cuando no lo sabes, no pasa mucho, pero cuando ya te has hecho consiente y “fallas”, normalmente te das con el látigo con todo el rigor.

Un paso a la vez y comenzarás a ver resultados.

Porque #TodoComienzaConmigo

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