Sé un muñeco Daruma

Resilencia es una palabra que últimamente se ha hecho muy popular y de la que de repente abusamos sin comprender no tanto lo que significa, sino lo que implica.

La palabra como tal hace referencia a la propiedad mecánica de un material para regresar a su estado original después de haber sido doblado, estirado o comprimido. Y de ahí se ha extrapolado a la capacidad de recuperarse de la adversidad.

Seguramente conocerás a alguien que ha sido capaz de recuperarse rápidamente de una quiebra financiera, un divorcio, un despido o una afectación en su salud. Tan rápido que te sorprende hasta el punto que te preguntas cómo es que lo hizo.

Bien, pues uno de los ingredientes principales es que muy seguramente esa persona ha aprendido a ver todo lo que pasa desde una perspectiva más amplia.

Es cauta para colgarle la etiqueta de “malo” a aquello que le sucede y busca más allá de lo que su mente interpreta de manera inmediata. Esa capacidad de reflexión es la que le da espacio para replantear lo que vive y a la vez le permite “rebotar” o recuperarse de una forma más rápida.

En el budismo hay unos pequeños muñequitos de papel a los que se les conoce como Daruma (ve la imagen de esta publicación) y reflejan la persona de Bodhidharma, el patriarca del budismo zen, quién lo llevó de India a China y luego a Japón.

La leyenda cuenta que Bodhidharma se sentó a meditar en una cueva por un tiempo tan prolongado que las extremidades se le atrofiaron al punto en que se le cayeron. Y fue en ese momento cuando se iluminó.

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¿Y que tiene que ver esto del muñeco Daruma con la resiliencia?

Si tu tomas un Daruma, te darás cuenta que no tiene extremidades. Es una bola de papel endurecido, para acabar pronto, con la peculiaridad de que tiene la mayor parte de su peso en la base. Si lo golpeas, lo tiras o lo avientas, el Daruma se balanceará pero recuperará su posición natural de inmediato. No hay forma pues de que lo tires. Siempre ese recupera.

Reflexiona sobre esto: cuando algo “malo” te pasa…

  • ¿Cuánto tiempo pasas rumiando lo sucedido?
  • ¿Cuánto tiempo te pasas lamentando tu mala suerte o el castigo que la vida te mandó?
  • ¿En cuántas conversaciones de tu día a día sacas el tema esperando la comprensión (o conmiseración) de los demás?
  • ¿Cuánta energía le dedicas? 

Al inicio te mencionaba que si bien es importante conocer lo que significa la resiliencia, lo más importante es comprender lo que implica pues solo así podrás integrarla en tu vida.

¿A qué me refiero? A la capacidad de desapegarte de lo que pasa en tu vida y dejar ir. Sí. Soltar. Fluir.

Cuando mis hijas estaban en preescolar, muchas veces por las tardes las llevábamos a la plaza comercial porque había un centro de juegos con mil y un cosas para entretenerlos: juguetes, rompecabezas, minialbercas con pelotas y lo que puedas imaginar. 

Los niños se ponían a jugar unos con otros a pesar de que no se conocían. Todos iban a lo mismo, así que de repente los veías con un grupo, luego con otro, luego solos.

Pero también de repente los veías pelear, generalmente porque querían el mismo juguete al mismo tiempo. Ya fuera que el encargado o un papá lo distrajera y le diera otra cosa, o uno de los niños dejara el tema por la paz y buscar algo distinto con que entretenerse o acabaran por ponerse de acuerdo y jugar juntos, había en esto un ingrediente mágico: cero apego.

Esos niños eran capaces de reponerse de inmediato a las “adversidades” de que otro les quisiera quitar su juguete. Sí, peleaban, hacían un berrinche, pero inmediatamente lo olvidaban y seguían jugando como si nada, incluso ¡juntos!

Un niño es, en su naturaleza, un muñeco Daruma. 

Pero también habrá el niño que no sabe manejarlo. El quiere ese juguete y solo ese juguete. Hace a tal nivel el berrinche que se olvida de jugar aún y cuando el papá o la mamá le lleven el juguete que tanto quería.

Ahora imagina que el niño se sienta y piensa que ya jamás será capaz de jugar. Se lamenta por la mala suerte que tiene y tiene miedo de todo lo malo que la vida le pueda traer. Se pasa lamentándose, esperando que su mamá y lo cargue lo consuele. ¿Jugar? Al diablo todo, incluyendo a los demás niños y a los juegos.

¿Con cual de los dos niños te identificas?

El jardín de juegos es el mismo.

Tu tienes la opción de decidir cómo quieres jugar. No podrás controlar que venga otro niño y te quite el juguete o te aviente, “a la mala”, a la alberca de pelotas.

¿Dónde pones tu energía?

Habrá muchas cosas en la vida que no podrás controlar. Si tratas de replantear y buscar ver la foto desde una perspectiva más amplia, igual y hasta algo positivo podrás sacar de ella. Sin embargo, lo que si te puedo decir es que si te resistes a la vida, sufrirás constantemente.

No se trata de resignarse, sino de reponerse. 

Resignarse es dejar de luchar, pensar que nada puedes hacer pero quedándote emocionalmente estacionado en el evento en una lamentación permanente.

Ser resiliente también es dejar de luchar, solo que aquí después de digerir e integrar el evento, lo sueltas y sigues con tu vida con una actitud abierta, dispuesta a re-encender tu magia.

La vida te puede doblar, estirar o comprimir. Se resiliente. 

Sé un muñeco Daruma.

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