Es que no tengo lo que se necesita

Si yo juntara un dolar por cada ocasión en las que me he dicho eso, ahora mismo estaría retirado en una isla caribeña viviendo una vida muy cómoda.

Y no imaginas en cuántas piedras en el camino se han convertido todas esas ideas de “no soy suficiente, no tengo lo que se necesita, no estoy listo”.

Hay un estudio que en sus estadísticas menciona que el 93% de las personas cree que la auto-valoración/confianza es indispensable para poder tener éxito profesional.

Sí, definitivamente me hace sentido.

Pero lo que me dejó pensando fue que, en ese mismo estudio, menciona que el 85% de las personas tiene problemas precisamente con su auto-valoración/confianza.

Es decir, prácticamente todos estamos de acuerdo que es necesaria para avanzar, crecer y lograr nuestras metas. Y aún así, la inmensa mayoría de esa mayoría aceptamos que tenemos problemas con eso (y el otro 15% quizá no lo han hecho consciente aún…)

¿Y en qué se traduce esto?

  • Procrastinación
  • Escenarios negativos y hasta catastróficos
  • Sueños guardados en el cajón
  • Ansiedad/Frustración
  • Remordimientos o arrepentimientos
  • Y hasta ingresos perdidos!, sí, así como lo lees.

¿Te ha pasado que pudiste haber aplicado a la vacante en tu empresa o al puesto en otra y por “miedo” no te aventaste? Bueno, he ahí un botón.

Y es justamente una modalidad del síndrome del impostor: ¿cómo voy a merecer esto? ¿Por qué tendrían que creer en mí? Pfffffff. Si sabré de esto.

Ahora, si el 85% del 93% estamos lidiando con estos temas… ¿qué nos queda hacer?

Bueno, te compartiré algunos puntos que he podido recopilar a lo largo de mi propia existencia. Varias décadas de especialidad me respaldan:

 

1. No necesitas ser perfecto

Alguna vez leí un concepto al que le llaman la “Escalera de la experiencia”. Si muchas veces has pensado que no tienes lo necesario porque alguien más es mejor que tú, pues… sí.

En efecto hay una multitud de gente que es mejor que tú. ¿En que sentido? Quizá experiencia, conocimiento, exposure, etc. 

Pero el punto no es ese. Digo, si quisieras reconocerte como “nadie es mejor que yo”, ¿realmente te la creerías? 

En su lugar, imagina que tu estas situado en algún peldaño, del 1 al 10, en la escalera del conocimiento, experiencia o lo que sea que te frene. Y vamos a suponer tú que estás en el peldaño 5.

En efecto, no eres perfecto ni eres el más sabio. Quienes están en 6, 7, 8 9 y 10 saben más que tú. Tienen más experiencias que tú. Hasta le puedes poner la etiqueta de que son “mejores” que tú en lo que haces.

Sí. Pero también es cierto que tu tienes un nivel mayor que quienes están en el 4, 3, 2, 1 y los que ni siquiera se han subido a la escalera.

Aquí va el cambio de perspectiva: puedes seguir aprendiendo de quienes están en peldaños superiores al tuyo y guiar y enseñar a los que están abajo de ti. Y así, eventualmente, tú también irás subiendo en esa escalera.

 

2. La auto-confianza la vemos al revés

Pensamos que para poder atrevernos a pedir la promoción, aplicar al nuevo puesto, cambiar de trabajo, lanzar el negocio o lo que sea, necesitas tener un montón de auto-confianza acumulada para poder atreverte.

Sorpresa. Es justo al revés.

Así como lo lees.

Aventarte sin estar “lo suficientemente listo” es lo que hará que justo al ir viviendo la experiencia cada vez vayas agarrando más confianza y, por lo tanto, tu auto-valoración ira al alza. Aprenderás de las decisiones que tomas, de los éxitos y de los errores.

Y esto te lo cuento desde mi experiencia. Me costó horrores lanzarme como conferencista, mentor y entrenador. Pero fue hasta que me aventé y viví las experiencias que comencé a descubrir cómo lo podía hacer mejor.

¿Qué si me equivoqué? Vaya que sí. 

Y también me tocaron participantes respondones, gente que literalmente se dormía en mis sesiones. Talleres a los que se inscribían 20 y llegaban 5. Algunas en las que se me olvidaba parte del contenido por los nervios.

Pero también sesiones donde la gente se acercaba al final a decirme que valoraba lo que había compartido. Hasta invitaciones para colaborar con empresas y clientes. Y mi nueva carrera despegó.

Justo así fue como fui agarrando confianza en mi mismo. 

 

3. El miedo te habla

Esta fue de las partes más complicadas para entender. 

Los miedos que tenemos en la vida profesional están ahí porque su función es ponerte enfrente aquello que necesitas trabajar. 

A lo mejor te da pánico hablar en público y sabes que esa habilidad es necesaria para lograr lo que te has propuesto. Ese miedo lo que dice es “hey!, justo eso es lo que tienes que hacer, aviéntate a hacerlo! Y verás que es más sencillo de lo que piensas”.

Los miedos hablan de nuestras debilidades, de nuestras patas de palo. 

Con mucha valentía, auto-compasión y determinación, atreverse a hacerlo es el camino para ir integrando y superando eso que nos frena.

Me siguen sorprendiendo esas estadísticas. Pero el camino se hace al andar. 

Así que la próxima vez que esa voz desquiciada que te dice en tu cabeza que tú no puedes, acuérdate que no necesitas ser perfecto para empezar, que alguien valorará lo que puedes hacer justo en donde estás (y le será de utilidad) y que los miedos, bien empleados, pueden ser una herramienta fabulosa para crear la vida que siempre has soñado.

 

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