-“Córrele”, me instó el Director General ante una crisis de materiales que teníamos.
-“¿Correr? ¿Hacia dónde?, repliqué mientras apartaba la mirada de mi computadora para verle a los ojos.
-”A donde quieras, pero quiero verte correr… pareciera que no te has dado cuenta de lo urgente que es esto”, me aventó mientras salía… Me imagino que iría con el siguiente en turno para descargar su estrés.
En ocasiones necesitamos hacer una pausa.
Para pensar.
Para poner en perspectiva.
Para reflexionar.
Incluso para descansar.
Estamos sumidos en una cultura del ajetreo. Pensamos que hacer es lo mismo que avanzar. Que estar ocupados es usar eficientemente el tiempo.
No. Estar ocupado es simplemente eso: estar ocupado.
Las pausas nos ayudan a encontrar un momento que yo, a la luz de mi propia historia, nos permiten reconectarnos con nosotros mismos.
Cuando estaba escribiendo mi libro “Si lo hubiera sabido antes”, recuerdo haber leído sobre una entrevista que le hicieron a Stephen King, un escritor muy reconocido. En esa charla él mencionaba que todos los días se sentaba a escribir en su vieja máquina de las 9 de la mañana a las 5 de la tarde.
Todos-los-días.
Si al final de esas 8 horas de mecanografiada frenética no servía nada, todo iba al bote la basura y al día siguiente volvería comenzar donde dejó todo.
Siendo quien era, para mi representaba un ejemplo, un modelo de rol sobre cómo alguien que quiere escribir debe trabajar. Así que me propuse hacer lo mismo.
Frustración.
Recuerdo estar en una cafetería, tratando de crear el ambiente perfecto para que la inspiración llegara con audífonos puestos y mi mejor playlist de música de fondo.
Tic… toc… tic… toc.
Más frustración.
Por más que quería escribir, las ideas no tenían conexión. Saltaba de un tema a otro como si me cambiara los calcetines. Y, curiosamente, entre más alta la expectativa de “sacarle jugo al ambiente”, más grande la frustración.
No recuerdo bien pero quizá fueron 2 o 3 semanas así…
… hasta que acabé peleado con mi libro. Lo mandé al demonio y lo dejé guardado en la laptop por algunos días.
En esos días de pausa, comencé a reflexionar sobre lo que había pasado.
¿Funciona en verdad ese método que leí de Stephen King? Sin duda, sino no tendría por que compartirlo de esa manera.
Pero en la pregunta estaba la respuesta. Le funcionaba a él… y eso no implicaba que funcionaría para mi.
Y ahí fue donde cambié mi estrategia: en lugar de sentarme a escribir como loco de forma estructurada, comencé a “escuchar” mi intuición.
De alguna manera, que me es muy complicada de explicar, “sentía” cuando las ideas llegaban a mi mente. Buenísimas ideas que daban hilo a las historias de mi libro.
“Al rato me siento y por ahí le doy”, me decía a menudo, pues generalmente estaba ocupado con otra cosa.
Ajá. Las ideas que en su momento llegaron no estaban más ahí cuando yo decidía sentarme a escribir.
Y ahí me cayó el 20. La inspiración no espera.
A partir de ahí, cada que me llegaba esa inspiración, dejaba lo que estaba haciendo y me sentaba a escribir. O, al menos, hacía una pausa y grababa una nota de voz con las ideas que iban llegando.
¿Por qué te comparto todo esto?
Porque a veces necesitamos hacer una pausa para replantear lo que hacemos y por qué lo hacemos.
Para reconectarnos con nuestra intuición.
Para dejar “reposar” los temas y poder ampliar la perspectiva.
Si te has dado cuenta, en estas últimas semanas no había escrito artículos en el blog. Una cantidad masiva de viajes entre talleres y conferencias, me trajeron entre aeropuertos, aviones, taxis y hoteles.
Quería sentarme a escribir y, cuando lo lograba hacer, no salía nada.
Y justo recordé esto.
En ocasiones es necesario hacer una pausa. La perspectiva cambia. La inspiración llega. Y con todo ello, también el disfrute.
Me acordé la razón por la cual escribo lo que escribo, y no solamente el cumplir porque, según yo, quien me lee está esperando mis siguientes líneas.
La fotografía de este blog la tomé la semana pasada en Mazatlán, justo después de haber ofrecido una charla sobre Ventas Conscientes.
Y ahora, curiosamente, mientras revisaba el carrete de fotografías de mi celular, me llegó la inspiración para compartirte esto.
En ocasiones las pausas son necesarias. 🔥
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